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Yo no hablo para ser escuchada. Hablo para mantenerme al tanto de toda la mierda que me está pasando, hablo para saber que esto no es solo una ilusión maniática y frenética que quiere ver como me voy despedazando de a poco pero dolorosamente. Hablo para mantenerme cuerda, para no explotar. Me importa poco y nada que me escuchen, no necesito la aprobación ni pena de nadie.

Mi cabeza es mi refugio y al mismo tiempo mi peor tormento. Paso la mejores y las peores noches junto a ella y he llegado a desearle la muerte misma. Pero no me puedo separar. Tengo que convivir con mi mayor miedo, conmigo. Cada vez me causa más terror conocer mi lado más oscuro, más siniestro. Aquel lado el cual la psicología dice que siempre intentarás esquivar y nunca llegarás a conocer, pero mi caso es diferente.

Por eso hablo para mi, porque tengo miedo que alguien me escuche y vea la oscuridad qué hay en mi interior, de que vea que atrás de esta sonrisa contenedora hay una montaña de mierda acumulada que cada vez lucha más por ser soltada al mundo. Tengo miedo de que vean la real yo, la que no le tiene miedo a nada, la que ama, la que sufre. La que alguna vez tuvo el corazón llenos de agujeros los cuales fueron curados con odio y crueldad. Aquel corazón que muere por sentir sentimientos que fueron olvidados y no buscados por tanto tiempo. Aquel corazón con nostalgia de amor, con nostalgia de afecto.